Alquimia

Por: Horacio Ejilevich

Tomado de Clase dictada el día 14 de diciembre del 2011.





La Alquimia occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, dada la supuesta enseñanza de la misma, adjudicada a Hermes Hermes Trismegisto ( el tres veces grande) y ya en el siglo XVll, será la base de muchos grupos, cultos y logias entre ellas el movimiento esotérico llamado Rosacrucismo.
En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó en la actual química.
Actualmente es de interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos como también psicológicos, teniendo en cuenta la Psicología Analítica de C.G. Jung y algunos estudios anteriores debidos al malogrado psicoanalista Heinz Silbererg. La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales
de las modernas industrias químicas y metalúrgicas.
Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia en historias, películas, espectáculos y juegos como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que se era posible conseguir tanto la vida eterna como la transmutación de cualquier metal en oro.
En el plano espiritual de la alquimia, los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales. Esto quiere decir que debían purificarse, prepararse mediante la oración y el ayuno
Existían entonces dos clases de alquimia: una externa o exotérica y otra interna o esotérica. A la primera se la puede llamar “alquimia pública”, que busca como fin primordial conseguir la famosa “piedra filosofal”, maravilloso material entre cuyos poderes se cuenta la virtud de transformar los metales “viles”, es decir, el hierro, cobre, zinc, plomo, mercurio, en metales preciosos: oro y plata.
La alquimia esotérica es más una filosofía que un arte, y nació gradualmente de la idea de que solamente por medio de la gracia y del favor divino podía llegarse a conseguir lo logros alquímicos. Para ellos, la transmutación de los metales no era más que un medio a través del cual buscaban una transmutación interior. A estos cambios anímicos los asociaron al hecho de acercarse o alejarse del objetivo; si el metal se purificaba, observaron que se sentían mejor, y si no
lograban purificar el plomo con éxito, observaron que no se sentían muy bien.
A raíz de esto, fueron agregando al trabajo para mejorarlo, oración, ayuno, meditación y disposición del alma a la obra.
Los alquimistas descubrieron que cuando mejor se sentían, mejor trabajaban. Es decir, cuantas más virtudes estuvieran a disposición del trabajo con los metales, más cerca estaban de la purificación de estos. Para que los alquimistas pudieran darse cuenta de esa sensación de bienestar o malestar asociada a la posibilidad de avanzar o no con su trabajo, tuvieron que transcurrir varios siglos. Gracias al tenaz esfuerzo y dedicación de muchos de estos maestros, como Alanus de Insulis, citado por Jorge Luis Borges y Arnaldo de Vilanova o Picco della Mirándola, por citar algunos. Ellos lograron percibir, que en realidad, en los metales, se proyectaba la propia psique, y que el trabajo en el material, no era más que el trabajo en su propia alma. Que los crisoles, en su forma esférica, representaban el cráneo del alquimista en donde se producía el verdadero trabajo; que el metal es su alma y que el laboratorio son las herramientas espirituales y psicológicas a disposición del alquimista. Que el proceso alquímico no es en el metal, sino en el alma y que la obra terminada, no es la de transformar plomo en oro, sino la de nuestra propia transformación. Tal proceso psíquico es, que en el discurso cotidiano lo usamos sin advertir que estamos hablando de alquimia. Por ejemplo cuando decimos que tal persona es un plomo o tal vale oro, O tal situación es un plomo o tal otra vale oro.
La Alquimia y el Proceso Analítico
El paciente no es un "plomo" al que el analista quiere transformar o alquimizar. Es un aprendíz que junto a otro alquimista que ha recorrido un camino o proceso y van a transitar juntos la búsqueda de purificación del alma en un laboratorio simbólico. Deberán atravesar las etapas recorridas por los alquimistas y compartirán el proceso el tiempo que disponga la obra. No hay tiempo cronológico estipulado. Solo es necesario estar de acuerdo en tener la disposición y constancia para recorrer el camino. No se me escapa el hecho de que existen un sinfín de clasificaciones de las distintas etapas o estadios de la Alquimia que llamaré “Psicológica”. Sin embargo y por una cuestión de conveniencia explicativa y en consonancia con el simbolismo del herrero fraguador de “Excalibur” mencionaré las siguientes fases en las cuales altero la albedo por la rubedo.


Primera fase Nígredo o Putrefactio:


Desde los comienzos de la Era Cristiana se distinguen cuatro fases, caracterizadas por colores de pintura ya mencionados por Heráclito: melanosis (ennegrecimiento), leukosis (enblanquecimiento), wantasis ( amarilleamiento) e iosis (enrojecimiento) Mientras la división en cuatro era una correspondencia exacta de la cuaternidad de los elementos, se destaca ahora con frecuencia que existen cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y cuatro propiedades (caliente, frío, húmedo y seco), pero, en cambio, sólo tres colores: negro, blanco y rojo. La primera fase, la nigredo o putrefactio es el estado inicial, o como propiedad de la materia prima, del caos o de la masa confusa, de antemano existente o creada por descomposición (solutio, separatio, divisio, putrefactio) de los elementos. Es la sustancia negra o en bruto. En ella coexiste la vida y la muerte. De la muerte se produce la vida. Presupuesto el estado de descomposición, como sucede en ocasiones, entonces se produce la unión de las contraposiciones mediante la unión de lo masculino con lo femenino. La nigredo es la base de la energía. Esta etapa corresponde a la primera fase de la terapia analítica: la confesión (catarsis). El método catártico busca la confesión plena, no sólo la constatación intelectual por la cabeza de un hecho, sino el desencadenamiento de los afectos contenidos, la constatación del hecho por el corazón. También es la calcinatio, un proceso de combustión, donde el alquimista calentaba la prima materia hasta que, una vez evaporado el líquido, quedaba reducida a cenizas. El simbolismo que rodea a la calcinatio lleva implícito casi siempre la frustración del deseo, hasta su extinción. Desde la nigredo, el lavado (ablutio, baptisma) conduce o directamente al emblanquecimiento, o el alma (anima) que ha salido del cuerpo a causa de la muerte es reunida de nuevo con el cuerpo muerto para dar vida a éste, o los muchos colores (omnes colores, cauda pavonis) conducen a uno solo, el blanco, que contiene todos los demás. Con esto se alcanza la primera meta principal del proceso, concretamente el albedo, tinctura alba, terra alba foliata, lapis albus, etc., que ha sido tan sumamente elogiado por muchos como si la meta se hubiese alcanzado en realidad. Es el estado plateado o lunar, el cual, sin embargo, debe ser elevado hasta el estado solar. Ésta fase está entonces asociada a la podredumbre, a lo apestoso, a lo asqueroso. Está asociada al color negro. En el proceso alquímico, esta fase es donde se saca la escoria, la basura, las partes más sucias e impuras del plomo. Es el primer paso para la purificación del metal y puede estar ciertamente asociada a un primer momento del análisis en donde el paciente puede hacer catarsis. Descargar su dolor, lo que lo aqueja, lo que le está haciendo mal. Poner en palabras su dolor, su Nígredo o su Putrefactio. ` Es el momento donde un ser doliente descarga su historia de dolor a modo de confesión. En el sacramento de La confesión, el sacerdote "cierra" con el perdón, en el análisis el terapeuta”abre" la posibilidad de seguir indagando, a seguir abriendo puertas o caminos para seguir profundizando. Es un momento en donde se recaba todo lo que se pueda. Lo que el paciente pueda confesar, decir, expresar o dar a conocer de su problemática. Hay que comprender que no solo se confiesan historias de la conciencia, sino también material inconsciente. El secreto, tanto consiente como inconsciente opera en la psique como material reprimido, y por lo tanto genera desde su silencio efectos neuróticos. Si es secreto, está ligado a lo pecaminoso, a lo moral. No es lo mismo un secreto compartido que un secreto personal. Estos últimos son más destructivos. La confesión opera como una purga y para ello es importante saber escuchar. Sin juicio moral, sin juzgar la dolorosa historia contada por el paciente. Uno de los problemas que suscitan en el analista como en el Alquimista, es que a la escoria o impureza del plomo como de la historia contada por el paciente, si no se tornan los recaudos necesarios, pueden intoxicar al analista y al alquimista. Según los tratados alquímicos, el plomo es el metal con los peores demonios y si estos entran o son aspirados por el que trabaja con ellos, puede llevarlo a la locura. En el pasaje de la biblia en donde Jesús Ben Joshua expulsa al demonio llamado Legión a la piara de cerdos que mueren en un acantilado, queda en claro que Cristo no se los aspira o lleva con él, “los expulsa” literalmente. Puede darse la posibilidad de que llegue a sesión un paciente con intenciones consientes o inconscientes de vampirizar el alma del analista, es allí donde él se va fresco y liviano, y el analista queda agotado y cansado. Eso es la Nígredo Putrefactio La primera etapa de la alquimia en la psicoterapia consiste en exorcizar, dar tiempo al fuego para que divida y separe las impurezas. Poner al fuego el material con el que se trabaja y esto genera dolor en el metal, en el paciente. Los alquimistas llamaban al sometimiento del metal al luego, tormento del metal. En terapia, escuchar al paciente, que pueda confesar, contar, le provoca dolor. Dolor de escucharse a sí mismo las malas decisiones que tomó, las malas elecciones, los fracasos. Es la enfermedad la que nos cura, es la que nos alerta, es la que nos indica un camino. Son muchos los pacientes que abandonan en esta primera etapa. Es reconfortante el haber confesado, se siente más liviano y mejor.


Segunda fase Rubedo o Enrojecimiento:


Es en la Nígredo donde el herrero ve la calidad del metal y empieza a cincelar martillando el hierro. Dependerá de la calidad del metal o de la fortaleza del paciente para seguir sometiéndose a los golpes del herrero En la psicoterapia es donde se da un interjuego entre el material aportado por el paciente y como el terapeuta trabaja con ese material. Consiste en el proceso de separar lo urgente de lo importante. Es el momento de la confrontación de la sombra del paciente proyectada en las personas que lo rodean. En la primera etapa, el paciente descarga una historia donde proyecta su sombra en su entorno. Los problemas "son" su pareja, su jefe, su suegra, y “ellos” son los culpables de todos sus males. Todavía no hay capacidad de ingresar a la Confrontación. Ellos son las vasijas donde el paciente proyecta sus problemas, sus complejos autónomos. Se confronta para recomponer, para integrar contenidos conscientes con los inconscientes, la sombra con la persona. Esta etapa tiene que ver con la incorporación del material inconsciente. Es la etapa donde hay dolor. Ya no se puede seguir proyectando la sombra en otros. Es donde hay que hacerse cargo, incorporar, integrar lo proyectado Ya no hay a quien echarle la culpa. Es en este momento del análisis donde el paciente se pregunta: ¿Cuál es mi lugar en el nundo? ¿Qué estoy haciendo aquí? El rubedo es ya la salida del Sol. Es la etapa de la confrontación de la máscara con lo que sale de la sombra, aceptando lo que somos. Aquí se da la coagulatio: que es cuando un líquido se coagula y comienza a solidificarse. En términos psicológicos, es la concreción en la vida real de sentimientos, imágenes, emociones e ideas.Esto Implica una experiencia de separación y de formación del yo. En función de las etapas evolutivas de un niño, éste es el proceso mediante el cual el pequeño empieza a reconocer la ambivalencia de sus propios sentimientos. Lo bueno y lo malo ya no están tan escindidos para proyectar uno u otro sobre la madre; el yo ha empezado a formarse, merced al reconocimiento de los propios aspectos buenos y malos. La transición al rubedo constituye el amarilleamiento (citrinitas), el cual, como se ha mencionado, decae con posterioridad. Después sale el rubedo directamente del albedo mediante aumento del fuego hasta el grado máximo. Lo blanco y lo rojo son reina y rey, que también pueden celebrar en esta fase sus nuptiae chymicae


Tercera fase Albedo o Emblanquecimiento:


Esta etapa es la de la individuación o emblanquecimiento. El movimiento de la calcinatio a la sublimatio va desde el deseo frustrado de un objeto externo a la transformación de ese deseo en una imagen interna que contiene un significado y un propósito, y capacidades regenerativas para la propia vida. Aquí ha surgido otra etapa alquímica denominada solutio que significa “disolver”, representa una muerte y una transformación. Desde el punto de vista psicológico, es ver la solutio como una experiencia de la desintegración de los límites del yo, que es también una experiencia de entrega. Puede no ser una experiencia angustiante, pero si para aquellas personas que han definido con mucha precisión sus límites y temen la pérdida de control. Es en este momento que el paciente se puede preguntar el "Para qué”. Implica haber recorrido un camino, el estar por lo menos a la mitad de la vida. La individuación nos da un panorama de cuál es el sentido de nuestra vida. A que hemos venido a esta realidad y qué sentido tiene nuestra existencia. El herrero tiene la espada y sabe quién la va a usar. El albedo es, en cierto modo, el crepúsculo. Es el momento de la elucidación, qué es y cuáles son los complejos autónomos independientes: los arquetipos.


Cuarta fase La Opus (El Selbst):


El yo consciente estaría subordinado a un "si--mismo" o Selbst (en Alemán), que constituye el centro de la personalidad psíquica total, que sería ilimitada e indefinible, no susceptible de 'formulación y solo simbólicamente expresable. Este "si-mismo" constituiría la totalidad del hombre, tanto en lo referido a lo consciente como a lo inconsciente. La experiencia del Selbst junguiano no es una experiencia psíquica de sentido y dirección general, igual para todos; es una fuerza que se expresa de un modo muy particular para cada individuo, que lo impulsa a la individuación, a realizar la propia existencia. El modo de trabajar del Selbst se parece a una energía que apunta hacia una totalidad y que tiene una meta de evolución y desarrollo. Así, el yo aparece no como un hacedor de la personalidad, sino como un ejecutor subordinado a un plan Inconscientemente pre especificado, que va más allá de sus valores e ideas, e incluso puede ir contra ellas. La última etapa de la alquimia es el opus, la obra. Corresponde a la última etapa de la terapia analítica: la transformación. Esta no debe pretender ser la verdad alcanzada, la única verdad válida, según Jung, También la transformación llena un hueco que los niveles anteriores han dejado; simplemente satisface una necesidad que va más allá de la precedente. Todo lo que se hizo en la alquimia fue moldear algo que ya existía, quitar la escoria. Aquí tenemos la sublimatio, que es el proceso por el cual un contenido instintivo se transformará en una imagen, sin ser un artificio deliberado como un ejercicio de fantasía guiada, sino más bien de una función psíquica espontánea. La subimatio de la alquimia es muy diferente de la sublimación en el sentido psicoanalítico, porque aquí no se está reprimiendo nada. El resultado de cada una de estas etapas alquímicas se representa con frecuencia como una muerte, a la que se hace referencia con la palabra nigredo. Con frecuencia hay una brecha entre el final de una etapa y comienzo de la siguiente, el descubrimiento de que se ha iniciado un nuevo viaje Al final del opus está el lapis, que en latín significa piedra. Se lo equipara con toda suerte de cosas extraordinarias. A veces se lo llama Piedra Filosofal, a veces el Jardín de los Filósofos, a veces se dice que es una flor de loto. Se lo equipara con Cristo, con el unicornio y con la extraña imagen del hermafrodita coronado. Todas estas representaciones diversas del lapis están atravesadas por un único hilo conductor, la idea de algo sagrado que es necesario extraer de la sustancia innoble que constituye el comienzo del trabajo. En cuanto al aspecto psicológico, al lapis se lo puede relacionar con lo que Jung llama “el sí mismo”, que en lenguaje religioso es el dios interior.

En referencia a las palabras de Jung en su libro: Misterium Coniuntionis: “El autoconocimiento es una aventura que conduce a resultados inesperados. Un conocimiento mínimamente detallado de la sombra puede bastar para desencadenar una confusión y un oscurecimiento considerables, pues plantea una problem6tica personal que no se había pensado ni por asomo antes. Desde aquí ya puede comprenderse por que los alquimistas llamaron a su nigredo melancholia, nigrum nigrius nigro, nox, afflictio animae, confusio, o incluso <>. El cuervo a nosotros solo nos parece una alegoría un poco singular, mientras que para el adepto medieval era una conocida alegoría diaboli. A la vista del riesgo psíquico de su situación, el adepto creía importante contar en el trabajo con la ayuda de un familiaris (un espíritu guardián) y esmerarse en el ejercicio religioso de la oración para enfrentarse con éxito a las consecuencias de la colisión entre la conciencia y las profundidades tenebrosas de la sombra. La confrontación con la sombra tampoco es inofensiva para la psicología moderna, por eso a veces la eludimos con astucia y cuidado. A nadie le gusta que se le acerque su propia oscuridad y lo habitual es que nos conformemos con la ilusión de que somos irreprochables.


Fuentes bibliográficas



La práctica en la psicoterapia Obra Completa, Volumen 16, Editorial Trotta

Misterium Coniunctionis Obra completa, volumen 14, Editorial Trotta

Psicología y alquimia Obra Completa, volumen 12, Editorial Trotta

Clase de Horacio Ejilevich del día 14 de diciembre del 2011

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